Días de encuentros, abrazos y saludos.

Los días previos y primeros momentos del CG28 se han distinguidos por los reencuentros. Por diversas actividades, encuentros, intercambios y, por haber participado ya en otros Capítulos Generales, hay muchos hermanos salesianos que se conocen. Es emocionante ver cómo se encuentran las personas y se abrazan después de tiempo sin verse. Risas, tonos de voz, rostros y movimientos de brazos… todo indica la alegría que se experimenta en esos momentos.

La congregación está presente en 134 países. Somos, pues, muy diferentes y venimos de diversas procedencias:
– 16 pertenecen al Consejo General
– 28 a la Región de África-Madagascar
– 22 a la Región de América-Cono Sur
– 25 a la Región Asia Este y Oceanía
– 33 a la Región Asia Sur
– 37 a la Región Europa Centro-Norte
– 26 a la Región Interamericana
– 31 a la Región Mediterránea
– 2 a la Universidad Pontifica Salesiana
– 1 a la RMG (Comunidad dependiente del Rector Mayor)
– Participa Don Pascual Chávez, rector Mayor emérito
– Hay también 20 invitados de diversas inspectorías y países

Representamos una buena mezcla de razas y lenguas. Hay nombres y apellidos impronunciables. Aunque son dos las lenguas oficiales (inglés e italiano) se reza y se habla en lenguas distintas. Pero todos tenemos la sensación de que aquí, en Valdocco, nos sentimos en casa. Esta es la casa donde nacieron los Salesianos, es la nuestra. Sintiéndose en casa hay cosas que no dividen ni separan.

Encontrarse en casa, reconocerse, alegrarse con el encuentro es fundamental para sentirse unidos en un mismo carisma. De esta manera el Espíritu encuentra un terreno favorable donde suscitar, inspirar y animar.

Así, unidos, como nos decía ayer en la homilía don Rossano Sala, “en un tiempo muy confuso y fragmentado, pero como siempre rico de oportunidades y lleno de la presencia del Espíritu, estamos llamados a pedir el don de recuperar una buena vista espiritual: necesitamos ‘ver claramente’ y saber ‘distinguir cada cosa’, para evitar caer presos de confusiones y no ceder a tentaciones fáciles. Por esta razón, como bien decía el versículo del Aleluya, le pedimos al Padre de nuestro Señor Jesucristo que ‘ilumine los ojos de nuestro corazón’, para que comprendamos cuál es la esperanza a la que nos llama”.

Saludos,
Ángel