En estos primeros días de Capítulo se nos invita a todos a mirar de otra manera. La presentación de la realidad de la Congregación, a través del informe del Rector Mayor, nos abre los ojos y nos ayuda a comprender que hay vida más allá de las fronteras de nuestra inspectoría, de nuestros problemas cotidianos y de nuestros – a veces – miopes puntos de vista. Creo que es uno de los grandes regalos de esta experiencia capitular: comprender mejor la internacionalización de la Congregación que nos “descentra” y nos lleva hasta las periferias del mundo salesiano. Somos un organismo vivo y enormemente rico hecho de personas y presencias que alarga sus manos hasta los últimos confines de la tierra en favor de los jóvenes más pobres. La presentación de las siete regiones del mundo salesiano ofrece un mosaico de intensos colores que dibuja el rostro multicultural y multiétnico de la Congregación. Desde Samoa hasta Mongolia; desde Cabo Verde hasta Bielorrusia; desde Canadá hasta Chile; desde Egipto hasta Kenia… el proyecto de Don Bosco se ha enraizado con fuerza en los cinco continentes abriendo nuevos espacios que recrean el carisma con tonalidades diversas. Hace tiempo que la Sociedad de San Francisco de Sales ha dejado de ser italiana o europea.

Nos hace bien mirar las periferias. El centro se ha desplazado. Es un baño de realismo y de esperanza. Problemas y realidades logradas. Proyectos y tradiciones renovadas en fidelidad creativa. Vitalidad siempre nueva que nos habla de fuerza carismática y fecundidad vocacional aunque en la vieja Europa andemos a vueltas con re-estructuraciones y re-significación.

Francisco nos lo ha advertido en numerosas ocasiones. La vida religiosa y la Iglesia, en general, deben dejar de ser autorreferenciales y desplazar su centro hacia las periferias para mirar de otra manera. Se trata, en efecto, de buscar otras miradas que nos ofrezcan puntos de vista diferentes y nos ayuden a leer la realidad más allá de nosotros mismos. Para Francisco, es la manera de evitar fundamentalismos e iluminar el futuro: “No sirve estar en el centro de una esfera. Para entender, nos debemos ‘descolocar’, ver la realidad desde más puntos de vista diferentes. Tenemos que habituarnos a pensar  desde las periferias” (Papa Francisco).

Pienso que este mensaje es también un nuevo desafío para la vida religiosa hoy. Pensarnos y vivirnos “descolados” de nuestro modo de ver la realidad, demasiado convencidos como estamos de nuestro buen hacer, suficientemente cómodos con nuestras obras centenarias, generosamente comprometidos en un trabajo estructurado y satisfactorio. Cuando pensamos en la renovación de nuestras presencias, ¿no tendremos aquí un criterio de significatividad que nos puede ayudar a dar un nuevo impulso a nuestras viejas estructuras? Creo que el Papa señala caminos de novedad que nos permitirán renovar presencias nuevas (aunque centenarias) e impulsar nuevas presencias en las fronteras de la misión. No es fácil “descolocarse”, pero es urgente hacerlo si queremos seguir siendo fieles a la llamada del Espíritu.

Un abrazo desde Turín.